24 horas on the road
Abrí los ojos, el dia estaba nublado , todo lo contrario que el dia anterior que hacia un sol abrasador, pero estabamos en Galicia y lo normal son nubes y lluvia.Un par de gotas mojaron mi pelo salado, cuando asome la cabeza de mi capullo de saco de domir, estaba empezando a chispear. Mire el reloj, todavia era temprano, asi que me quede disfrutando de lo ultimos momento en la playa de Ortigueira, a mi lado estaba mi compañero de viaje, Paganini, que aun dormia, preferí no despertarlo ya que nos esperaba un duro dia de viaje. En la playa aparte de las romanticas parejitas y personas que dormian como nosotros empezaron a llegar gente de las raves que combertian la playa en un apacible after , sonidos de tambores etnicos y flautas acompañaban el sonido del mar, amanecer en el ultimo dia de festival , una pena no poderse quedar mas tiempo alli, en aquel extraño poblado construido en el bosque de pinar, pero tenia que ir al medico , tenia que recorrer los mas de 800 kilometros en mas o menos 24 horas para llegar a tiempo a mi cita con el oculista, tenia tres cuartos de España por delante y poco tiempo y digo tenia por que mi compañero de aventura seguiria su camino en paralelo con el mar Cantabrico hasta Pamplona , el iria a lo San Fermines a disfrutar de lo ultimos dia de fiesta donde le esperaba un amigo, asi pues, nuestro caminos se separarian. Eran las nueve , buena hora para desperta ya que queria estar a las diez con el dedo levantado.
-Despierta Paganini esta chispeando y tenemos un camino muy largo hoy
No tardo en desperezarse ya que la brisa marina matutina ayuda a despejarse, envolvimos nuestro sacos y entramos en el poblado. Desayunamos nocilla generica con pan de molde generico, sobro un poco asi que lo guarde en la mochila, luego desmontamos la tienda y la sacudimos de toda la arena de los dias pasados , no sobraban dos botellas de vino y medio paquete de macarrones , ya llevabamos suficiente peso como para llevar vino, queria viajar ligero, asi que regalamos nuetros viveres sobrantes a nuestros vecinos que siempre nos ofrecian su hoguera y sus brasa para cocinar. Nos despedimos de ellos y me quede con ganas de haber conocido un poco mas a la conejilla magica con rastas que me sedujo desde el primer momento que la vi.tambien nos despedimos del ogro de las setas y de nuestro vecinos galaico-portugueses. Nos montamos en uno de los autobuses que contanstemente van y viene del pueblo, pobres conductores, aguantado a todas horas borrachos y pasados, aunque eso si, se respiraba un respeto general y el subrealismo desbordaba en cada rincon. Recuerdo al ancino del autobus que conoci la noche antes cuya diversion era montarse en el autobus y dar vueltas conociendo a gente sentado comodamente compartiendo porros y alcohol con cualquiera que se sentara a su lado, preferiblemente del sexo femenino, los autobuses eran una fiesta en si, cada autobus era un mundo ya que siempre coincidias con alguien distinto, pero nosotros nos despediamos ya de todo eso.
A las diez y media estabamos a las afueras de Ortigueria haciendo autostop, esta vez con una camiseta azul, el azul inspira tranquilidad y confiancia hacia los conductores de lo coches o eso era lo que nos conton unos años atras un autostopista en un pueblo perdido de Extremadura.En el viaje hacia Ortigueira habia perdido la virginidad como autostopista,-un momento duro- y para tentar a la suerte me puse una camiseta amarillo lima, todo lo contrario que el azul tranquilo, pero aun asi tuvimos suerte porque nos recojio un tipo buena gente que conducia un hyundai cupe del mismo colo chirriante de mi camiseta , asi de caprichoso es el destino y despues de eso se cumplio el deseo de cualquier autostopista que le recoja un coche lleno de chicas y te lleven al punto exacto a donde vas. Pero eso fue al venir, ahora habia que irse y los coche que pasaban eran gente del pueblo que no iban mas que a sus campos , hasta que alrededor de las 11:15 paro un coche...
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